A mí me gusta que las cosas surjan, que fluya la improvisación
por todos los poros del cuerpo, deja que te mire, y que no sepa cómo
escaparme del mundo. Prefiero no decírtelo y hacértelo. Prefiero ponerte
que vestirte. A mí no me preguntes sobre mis intenciones cuando
hablamos de tu cuerpo. Y no me culpes de que las cosas se nos vayan de
las manos, cuando lo único que quiero es que lleguemos a las manos. Y
perdona por la redundancia, pero no puedo pensar en otra cosa que no sea
besarte. La culpa es de tus labios que no paran de mirarme. Solo quiero
que hagamos de esto lo mejor que haya visto nadie.
Perdóname si no sé quererte a medias la culpa no es de una cuando solo enamoras. Y lo sé, vamos a acabar con más códigos que la policía secreta. Pero de protocolos y de normas dejé de entender hace tiempo. Nadie tiene el derecho a enamorarse si no está dispuesto a romper cada uno de sus yo jamás en la vida. Y yo jamás en la vida pensé que me engañarían tanto, como para creer en que siempre podría tener un bonito significado.
Perdóname si no sé quererte a medias la culpa no es de una cuando solo enamoras. Y lo sé, vamos a acabar con más códigos que la policía secreta. Pero de protocolos y de normas dejé de entender hace tiempo. Nadie tiene el derecho a enamorarse si no está dispuesto a romper cada uno de sus yo jamás en la vida. Y yo jamás en la vida pensé que me engañarían tanto, como para creer en que siempre podría tener un bonito significado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario